
Sólo quiero avanzar, seguir adelante, superar mis temores, mis complejos, mis dificultades, poco a poco. No me pidáis que lo haga de un día para otro, es imposible para mí actuar como una persona que no soy. Eso no quiere decir que no luche en todo momento por no hundirme otra vez, porque me peleo constantemente con la tiniebla que me envuelve.
No sé si se ve o no, pero agradezco muchísimo toda la ayuda que se me brinda. Con ella, lucho con más motivación, con un motivo: hacer ver a esa persona que agradezco su apoyo. Sin ellas, me quedaría estancada sin avanzar, y retrocediendo poco a poco.
A veces puede parecer que rechazo su ayuda, pero no es así, ni mucho menos. La realidad es que en un principio me ilusiono tanto que obvio el agradecimiento, y después me pongo tan nerviosa con la manera de actuar que deseo tener más control... y se toma como un rechazo.
Siento frustración. Frustración por el hecho de no saber actuar ante una situación. Por el hecho de que malinterpreta cada paso que doy. Por el hecho de que me atemorizo con cada paso. Por el hecho de que no la cabeza se mantiene agachada, aunque la mirada la tenga al frente.
Callo, callo y callo por miedo a mi manera de hablar, por miedo a que mis palabras se queden, otra vez, en ideas sin vocalizar. En tartamudear y quedar por los suelos. Las palabras me desgarrarán la garganta, me harán sangrar y sudar del esfuerzo, pero merecerán la pena.
¿No me queréis ayudar? Perfecto. Continuaré mi camino sola. ¿Me gusta? No. Pero no voy a tener junto a mí gente que no quiere estar a mi lado, no soy tan cruel, al menos, no lo hago queriendo.